lunes, 19 de noviembre de 2007

La esencia demográfica del conflicto israelí-palestino

Un recordatorio con perspectiva histórica para que la cadena de ataques y contraataques no oculten el trasfondo del conflicto.

En el comienzo
Con altos y bajos en los números, la población de la zona conocida como Israel o Palestina ha estado habitada desde los tiempos de Abraham (1900 AC) por judíos y no-judíos. A partir de la expulsión masiva de judíos de la provincia romana de Judea en el año 70 DC, la presencia de este grupo en el lugar se mantuvo escasa por 19 siglos.
Durante dicho período, la región fue gobernada por distintos poderes externos, tales como los califatos musulmanes, las cruzadas, el Imperio Turco y Gran Bretaña. A lo largo de 19 siglos el pueblo judío se mantuvo vivo en la diáspora, pero pagando un alto precio: persecuciones, discriminación e intentos de aniquilación.
El maremoto que colmó el vaso persecutorio fue el Holocausto, el cual implicó la eliminación de la mayoría de la población judía de Europa y, a pesar que las ideas de crear un Estado judío ya estaban firmes antes de 1945, la catástrofe terminó por convencer a propios y a extraños que esa era la salida.
Claro, había un "detalle": durante casi dos milenios y, con avatares varios, la población no-judía se mantuvo en Tierra Santa y se consolidó culturalmente con una mayoría musulmana y una minoría cristiana.

Los antiguos vecinos vuelven al barrio
Primero tímidamente y, luego, en forma masiva, la población judía creció incesantemente desde la última década del siglo XIX, tanto por inmigración como por incremento natural.
El dificultoso marco del reencuentro entre ambas poblaciones fue influenciado por los patrones nacionales de organización con fuerte definición étnica que ambas sociedades desarrollaron: tanto el judaísmo como el islam incluyen, en mayor o menor medida, una dimensión territorial y étnica en la concepción de identidad colectiva nacional.
¿Cómo crear, entonces, un estado democrático para estos dos grupos, basado en mayoría étnica, en un mismo territorio?
Una visión de mundo de ésta índole obliga a mantener una mayoría decisiva para conservar el carácter del estado. La perspectiva étnica de un estado democrático permite aceptar al otro sólo si éste conforma una minoría que no altera las proporciones demográficas. No se trata de racismo ni de considerar inferior a la contraparte. Ser numerosamente distinto es suficiente para impedir encontrar el equilibrio. Es por esta causa que surge la necesidad de crear dos estados, uno judío, otro palestino.